Julio Antonio De La Parra Martin

Querido yayo, cuando cierro los ojos te veo en Épila en mitad de agosto con tu camisa abierta cortando el cesped en el jardín, y ahora el olor de la hierba recién cortada me recuerda a tí. nos pedías que te ayudáramos a regar en la acequia y nos quedábamos embobados mirando el agua pasar. cuando una persona pasa por mi lado llevando la colonia de boss, sonrío y su olor me recuerda a cuando te beso y hace mucho que no nos vemos. te encantan nuestros abracicos. si con el jaleo de las despedidas repetimos abrazo, pones esa sonrisa de pillo, como si no te dieras cuenta de que llevas un abrazo de más. cuando noto mis manos frías me acuerdo de tus manos heladas, no importa la estación del año. si estábamos sentadas a tu lado nos dabas unas palmadicas con tu mano encima de la nuestra. y con eso decías muchas cosas. cuando voy a la montaña recuerdo esa mochila amarilla donde nos has llevado a las nietas de excursión cuando ya no podíamos caminar. tú, siempre el primero de la fila, como un pastor. todas hemos heredado tu pasión por la montaña. el deporte en la televisión me recuerda las tardes después de comer donde la siesta del salón obligatoriamente tenia la banda sonora de la competición del momento, la vuelta ciclista, el fútbol?pero no solo disfrutabas del deporte en la tele; puedo decir que mi abuelo nos ha ganado jugando al tenis.. no a una, sino a dos nietas a la par. has sido un hombre rodeado de mujeres. el destino te ha dado 7 nietas que hemos hecho de tu jubilación una algarabía de risas y celebraciones multitudinarias. has estado 66 años casado con la yaya y has tenido una vida de trabajo duro, de experiencias que nuestras generaciones no tendrán jamás. contigo se va un pedacito de historia. somos una familia con suerte. nos has unido, visto crecer y este momento tenía que llegar. gracias por un legado que nos acompañará el resto de nuestras vidas. te quiero, llevo tu nombre en mi nombre y tu recuerdo en mi corazón.