Dos tíos de la víctima encontraron el cadáver en el interior de la vivienda

No pasaron ni tres horas entre que la pequeña Laia, de 13 años, llegó a casa de sus abuelos en Vilanova i la Geltrú y unos tíos encontraron su cadáver oculto bajo un colchón en la casa del vecino del primer piso. Tres horas que ahora tratarán de reconstruir los Mossos d’Esquadra que a lo largo de la mañana de hoy trasladarán al detenido al escenario del crimen para realizar una primera reconstrucción. No será fácil, la población, los vecinos y familiares de la pequeña mostraron durante la noche del lunes y esta mañana su rabia e indignación ante el terrible suceso.

La pequeña, de 13 años, adoptada y según sus padres, autista, había salido del colegio a las seis y media de la tarde y la recogieron sus abuelos, que la llevaron a su casa, como tantas otras tardes que Laia estaba al cuidado de su padre. El hombre avisó a los abuelos que ya estaba en la calle, esperando a la pequeña y con el coche estacionado. Laia se retrasaba y llamó al telefonillo. Los abuelos contaron, extrañados, que Laia hacía rato que había bajado. Empezó entonces la búsqueda. Recorrieron el bloque, por todos los rellanos.

Las calles cercanas. En alguna ocasión anterior, recordó en esos primeros momentos una tía psicóloga de la menor, la pequeña se había despistado, desorientado en la calle. Ni rastro de Laia. Nadie la había visto en el barrio y era una niña que llamaba la atención. Adoptada, con rasgos orientales y muy dicharachera con sus gafas de pasta de color azul. A la búsqueda se unió entonces los efectivos de la policía local, la madre de la pequeña, que regresó a Vilanova, la actual pareja del padre. Varios tíos, maternos y paternos, y amigos. Se presentó una primera denuncia en la comisaría de la policía local, y prosiguió la búsqueda. Los familiares sabían que la pequeña no podía esperar muy lejos.Sobre las nueve y media de la noche, dos tíos y una pareja de mossos llaman a casa del vecino del primero segunda. Tiene 42 años. Vive solo y no lo conocen mucho, no hace tanto que vive en el bloque. El hombre tarda en abrir. Aparece envuelto en una toalla de ducha, mojado todavía. Dice que no sabe nada de la niña, que no ha oído nada, ni visto nada. Se van y siguen buscando. Pero en el barrio, los rumores sobre el vecino aumentan. Los dos tíos deciden regresar a la casa del vecino. Vuelven a llamar a la puerta. El hombre ya les dice al otro lado que no piensa abrir. La aporrean. Finalmente abre y los dos hombres advierten que entrarán. La cara del individuo está ya desencajada. Uno de los dos tíos empieza a gritar “Laia, Laia”. Pero la niña no responde. Uno de los dos hombre da un manotazo a la puerta y entra a buscar. El piso está completamente cerrado. A oscuras. Hace una calor sofocante. En una habitación cerrada, bajo el colchón aparece el cuerpo de la pequeña. Le faltaban algunas prendas de ropa. Presenta numerosas heridas de arma blanca. Su cadáver está frío. Debió ser asesinada poco después de desaparecer.