Gracias al ADN este misterio ya ha sido resuelto por los científicos

Cuando en 2003 aparecieron los restos de Ata en una mina del desierto de Atacama, en Chile, el mundo de la ufología se volvió loco. Los restos momificados de un humanoide de 13 centímetros y con un cráneo que parecía sacado de la película Alien, parecían la prueba irrefutable de la visita de extraterrestres a nuestro planeta. Y su extraña cabeza no era lo único que llamó la atención de los investigadores. Más allá de su reducido tamaño, el cuerpecito sólo tenía 10 pares de costilla, le faltaban dos para ser humano.

En un primer análisis, los científicos de la Universidad de Stanford determinaron que Ata (así se llama la momia), era humana. Sin embargo, ni los mejores expertos en deformaciones óseas eran capaces de explicar las horribles deformaciones que presentaban sus cuerpos. Tras varios años de análisis genéticos, el profesor de microbiología de Stanford Garry Nolan concluye ahora que la pequeña Ata sufría mutaciones en al menos 7 genes. Mutaciones que explicarían las malformaciones de su cuerpo y el aparente envejecimiento prematuro del esqueleto. Nolan cree además que los restos no tienen más de medio siglo, y que pertenecen a aborto o a un bebé que murió nada más nacer. Aunque los resultados puedan ser una decepción para los que creen que las visitas de alienígenas a nuestro planeta, en declaraciones al diario británico The Guardian, Nolan asegura que el descubrimiento podría ayudar a desarrollar terapias y medicamentos para la regeneración de huesos.